¿Cómo ser egoístas puede ayudar al mundo?

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Muchos pueden hablar de ti pero quién eres en realidad sólo logran conocerlo un porcentaje mínimo de personas. Hay una parte que jamás sale a la luz.


Tienes un mundo de posibilidades. Y no lo digo sólo como una frase cliché. Es cierto.

Puedes decidir hoy quién quieres ser. Qué quieres hacer. A dónde quieres llegar.

A lo largo de la vida muchas personas te preguntan qué vas a hacer cuando esta etapa de tu vida termine. Decidimos entonces soltar respuestas prefabricadas y cuando terminamos de hablar, no logramos creer una palabra de lo que decimos.


Los que hacen algo diferente a lo totalmente esperado siempre son pocos. Son una minoría que crece inversamente proporcional al tiempo. Pero ellos también estuvieron algún día dentro del grupo que dice estar seguro de sí mismo y saber lo que hará con su vida cuando en realidad era diferente.

Entonces, ¿cómo es que partiendo de la misma base de confusión e indecisión, unos logran ir por el camino contrario y atreverse a vivir diferente mientras los otros siguen los pasos que alguien ya caminó?

La gente dice que las oportunidades que nos tocan casi siempre no son justas. Y nos enfrentamos a casos en los que quien menos se esforzó logró el ascenso que tanto querías o la beca con la que soñabas.

Sin embargo y teniendo en cuenta eso, lo que se nos pide es seguir adelante. Nadie dijo que fuera fácil. Tienes que esforzarte porque entonces cuando llegues a la meta lo disfrutarás mil veces más que la persona a la que se lo pusieron todo en bandeja de plata.

Deja tras de ti algo que valga la pena recordar porque tú lo hiciste. Porque demuestra lo que eres.


Dedícale tiempo a hacer algo que te importe realmente. Más allá de todos los sueños que se te puedan ocurrir para cumplir en el futuro, tienes que empezar a hacer algo en donde esté quién eres.

Yo nunca me pongo de ejemplo pero creo que soy el caso que más conozco.


Lo que hago no es simplemente escribir para los demás acerca de cosas que creo pueden aportarle valor a sus vidas. Debo admitir que es algo más egoísta que eso. Lo hago por mí. De repente tenía algo que decir.

Me he pasado gran parte de mi vida escuchando a los demás. Acerca de sus problemas, de sus logros, de cualquier cosa que hayan querido compartir conmigo. Y me di cuenta que más que para simplemente desahogarse, lo que todas las personas al final buscamos son palabras. Palabras de aliento, un consejo, una felicitación. Y le hallé más valor que cualquier otra cosa el que fuera a mí en quien decidieran confiar.

Pero la responsabilidad también aumentó. Una palabra como puede ayudar, puede destruir. Y nunca fui muy buena con eso de pensar antes de hablar. Tenía que buscar una forma de hablar sin realmente hacerlo.

Y entonces escribí.

Al principio solo dejo que mis manos se deslicen por las teclas tratando de no leer todo lo que he escrito sino hasta el final. Y vaya sorpresa que me llevo cada vez que lo hago.

Creo que decidí apostar por algo en donde soy yo. Sin máscaras ni trucos escondidos. Solo yo.




Permites que alguien más pueda conocerte. Y con eso, a su vez, le das el poder de destruirte.

Lo cierto es que al final, ayudó.

Tienes que prestar atención cuando escribes sobre lo que sucede a tu alrededor. Cuando es la vida a quien tratas de describir en tus letras. Es entonces cuando logro pensar (más o menos) antes de escribir. Y cuando sin querer, me di cuenta que Dios me regaló el don de escuchar y de entender, y que yo hice algo más con él, porque lo escribí.

Te digo todo esto para que sepas que no soy de la que predica pero no aplica.

Funcionó conmigo. Y aunque sí, al principio las limitaciones que te supones y los miedos pueden paralizarte, tienes que apostar por ti. Y porque eres capaz de hacer todo lo que te propongas.

Pero entonces tienes que hacerlo.

Tienes que trazarte metas. Ayúdale al destino. No le dejes toda tu vida en sus manos.


Tienes que aparecer.

Tienes que empezar a escribir.

Tienes que tener la suficiente confianza en tí mismo como para saber que aunque puedes caer mil veces, te levantarás una más.

Tienes que prestar atención a la vida que es eso que sucede a tu alrededor. Y aunque piensas en los demás empieza a hacerlo por ti mismo. En algún lado leí que el mundo sería mejor si todos fuéramos egoístas.

Y no lo tomes a mal. Pero piensa, si todo el mundo se dedicara a buscar su propia felicidad entonces el mundo sí sería un lugar mejor.

Pensar en mi felicidad es actuar en pro de este planeta porque es donde estoy y vivir bien me hace feliz.

Pensar en mi felicidad es ayudar a las personas que tengo cerca porque verlas tristes me hace mal, y lo que quiero es ser feliz.


Un efecto colateral de pensar en ti es que en algún momento terminas ayudando o contribuyendo a la felicidad de alguien más.


¿Te das cuenta?

Todo depende del punto de vista.

Así que aparece y piensa en ti e inmediatamente en el proceso las personas se verán involucradas.

Sé un ejemplo de que puedes hacer algo más con tu vida que sólo seguir la rutina monótona que nos enseña a trabajar para mantener el sistema.

Que te dé miedo pero que no te paralice. Que incluso con todos esos miedos e inseguridades decidas ir por el camino contrario. Hacer lo que a nadie nunca se le ocurrió. O hacer algo ya inventado a tu manera. Porque somos únicos y así mismo será todo lo que nos decidamos a hacer.

Cree en el valor que Dios un día puso en ti y úsalo.


Decide confiar en los demás aún y cuando sabes que las personas se terminarán yendo. Pero las tienes hoy, así que haz que valga la pena.

La amistad y el que alguien decida confiar en ti es el mayor regalo que jamás imaginaste tener. Intenta conservarlo.

Llegó la hora de que me cuentes!

Creo que te expuse mis argumentos y dejé mi alma escribiéndolos para lograr que entendieras un punto de vista diferente. Y no el mismo al que estamos acostumbrados... Ahora quiero una respuesta en tu propia versión:

¿Cómo ser egoístas puede ayudar al mundo?


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